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viernes, 11 de marzo de 2016

En Lisboa: Fábulas, Noobai Café, Fumeiro de Santa Catarina, Café Tati... (1ª Parte)



Hace ya casi veinte años que visité por vez primera esta ciudad. Por aquel entonces mostraba cierto aspecto decadente que resultaba tremendamente atractivo. Hoy en día, ha perdido algo esa sensación de decadencia, aparece más cuidada y moderna. Sin embargo, continúa siendo una ciudad encantadora, una de nuestras preferidas, romántica, cautivadora, de ambiente tranquilo, calmado, con buen clima y una hermosa y limpia luz mediterránea, sí, mediterránea. Las vistas hacia el Tajo o de la ciudad son preciosas, imágenes de postal.

De aquellos años, dos barrios guardo en la mente, Alfama y Bairro Alto. Recuerdo cenando en un restaurante de estilo familiar, elegido al azar, sorprendernos con las voces de las camareras turnándose exhibiendo sus dotes para el fado, una música triste e intensa, emocionante.

En esta ocasión, comentaremos los restaurantes que hemos visitado en nuestra última visita, por supuesto lugares donde cuidan la selección de vinos. También hablaremos sobre las cafeterías más emblemáticas, mercados, los famosos tranvías y funiculares y los miradores de la ciudad con mejores vistas.

Éste fue nuestro recorrido:


Localizado en Chiado, uno de los barrios de mayor tradición. Bonito restaurante con paredes de piedra, arcos, varias salas y decoración con muebles antiguos, incluso se exhiben máquinas de coser anteriores a los 50. Tienen amplios horarios, nosotros acudimos a cenar, aparte de tomar algún té otro de los días. La cocina es abierta.

Cenamos bien, caldo verde, polvo (pulpo) à lagareiro, lombo de bacalhau, y el vino elegido, Casa de Mouraz Branco 2013, DOC Dão, de variedades malvasia fina, cerceal, encruzado y bical. Seco,  sin excesiva acidez, aromas balsámicos y cítricos.

  
Al restaurante podemos acceder por la calle Garrett, cruzando el enorme patio de manzana donde también tienen terraza, o bien directamente por Calçada Nova de São Francisco 14. Siguiendo la calle Garrett, llegaríamos a la antigua cafetería A Brasileira, y unos pasos más adelante nos encontraríamos con la elegante Praça Luis Camões.

No lejos está el Convento do Carmo, en Bairro Alto, fundado a finales del siglo XIV y convertido en ruinas tras el terrible terremoto de 1755. Bordeando el edificio por un lateral podemos acceder a la parte alta del elevador de Santa Justa sin necesidad de ascender en ascensor el corto trayecto, las vistas gratuitas de la ciudad son memorables.

CAFETERÍAS

Varias cafeterías, bellas y con historia, destacan: Café A Brasileira (1905), de estilo Art Nouveau, y su turística estatua del poeta Fernando Pessoa en la terraza; Confeitaria Nacional (1829), en la Praça da Figueira, donde lo suyo es probar una porción de Bolo Rei, parecido a nuestro roscón de reyes pero con la masa más densa y relleno de nueces, almendras, piñones, pasas y fruta confitada, un desayuno consistente; Pastelaria Suiça (1922), o Casa Suiça, en la céntrica Praça de Rossio; también Versailles (1922), en Avenida da República 15A, una cafetería algo alejada del centro, en el barrio de Saldanha, más allá del Parque Eduardo VII y sus invernaderos (Estufas) y a unos pasos del Museo Calouste Gulbenkian y su impresionante colección de arte. ¿Que si vale la pena acercarnos hasta esta zona? Al museo por supuesto, podemos llegar en metro, y en cuanto a la cafetería, sólo decir que realizan el mejor chocolate caliente que probé durante mi estancia y en muchos, muchos años.

Otra cafetería importante, muy importante, es la Antiga Confeitaria de Belém (1837), ciertamente sus pastéis de Belém (pastelitos rellenos de crema) son deliciosos, crujientes y calientes, vale la pena acercarse. El tranvía 15 te llevará desde Praça da Figueira a Belém, vía Alcântara.

Noobai Cafe


Situado junto al Miradouro do Adamastor (Santa Catarina). Aquí comimos disfrutando desde la terraza del local de una fabulosa panorámica del Tajo y el Ponte 25 de Abril. Una vista única. El puente fue construido en 1966 por la misma empresa que el célebre Golden Gate de San Francisco. Son casi iguales.

De comer, disponen de tapas, tostadas, ensaladas y platos sencillos, muy sabrosos. Para beber, no tuve duda en elegir una botella de Quinta do Infantado 2008. Un vino fresco, joven, muy afrutado, con acidez, un vino del Douro pero muy atlántico. Touriga nacional, touriga franca y tinta roriz (tempranillo) son sus variedades, las tres más clásicas del Douro.


¡Qué más se puede pedir en un día soleado! Sol de invierno, pero sol, y un entorno espectacular.

No lejos tenemos el funicular da Bica.

ELEVADORES Y FUNICULARES

Sólo hay cuatro: el elevador de Santa Justa (1902), de 45 metros de altura, une Baixa y Bairro Alto; el Funicular da Glória (1885), realiza el recorrido desde Praça dos Restauradores hasta el Miradouro de São Pedro de Alcântara, donde podemos contemplar hermosas vistas del barrio de Graça y el castillo; el de Bica (1892), el más empinado, con vistas del río Tajo, sube desde rua de São Paulo hasta Largo Calhariz, o viceversa, y finalmente, el más antiguo de Lisboa, el funicular de Lavra (1884), que realiza un trayecto curvo.



En Travessa do Alcaide 4C. Inaugurado hace menos de 2 años. Sencillo y pequeño, veinte y pocas plazas como mucho. Cocinan todo ahumado, carnes, pescados y verduras, tipo tapas. Apetece probar todos sus platos. En nuestro caso: legumes grelhados con búfala, qué bueno; salmón, buenísimo, y con el vino pedido más aún; frango fumado (pollo ahumado) en barrica de whisky, muy bien también, y pato, éste último tal vez lo más flojo, el pato es pato. Por cierto, no descartéis el pan con la mantequilla y las aceitunas, vale la pena.

De beber, una copa de Lagar de Darei Branco 2014, de Dão, suave y fresco, para abrir los jugos, y una botella de Mux Branco 2010 de Muxagat Vinhos, del Douro, potente pero equilibrado, le va de maravilla a este tipo de comida ahumada, con el salmón se sale.

James Brown como música de fondo, también Wilson Pickett, Diana Ross & The Supremes y el sonido de Detroit, de la Mowtown, ¡una cena estupenda!





En rua da Ribeira Nova 36, junto al mercado da Ribeira, cerca de la estación de Cais do Sodré. En nuestro caso, llegamos en unos pocos minutos paseando por el litoral desde Praça do Comercio. Tampoco está lejos del funicular da Bica, la parada de abajo.

Al ver la selección de vinos de este café no tuve duda en pedir una botella de Colares, Adegas Viúva Gomes, un blanco de 1969. Colares es la región vinícola más occidental de Europa continental, situada en la costa de Sintra, entre la Sierra y el océano, al oeste y norte de la ciudad de Lisboa. Su variedad, malvasia de colares, proviene de cepas plantadas en suelos arenosos sin necesidad de portainjerto, en pie franco. El vino, de color ámbar y carácter oxidativo, me recuerda en cierta manera a los extraordinarios blancos riojanos de López de Heredia, notas aromáticas y especiadas, frutos secos, miel... También percibimos la influencia marítima en sus notas. Botella de 650 ml y solo 11% de graduación.




Antes habíamos probado una agradable copa de Auratus 2014 de Quinta do Feital, alvarinho y trajadura (treixadura) de la zona de Minho. La comida, rústica pero sabrosa, caldereta de peixe y borrego con verduras gratinadas. Con la carne probamos una copa del tinto de Quinta da Serradinha 2010, nada pesado, combinó muy bien. El vino es elaborado por António Marques da Cruz en la zona de Leiria, región vinícola de Lisboa, cerca del mar, en un clima fresco. Sus variedades: baga, castelao, touriga nacional y alfrocheiro. Nos gustó este tinto.

Café Tati tiene una dinámica programación musical, principalmente jam sesion.

MERCADOS

De entre los mercados de Lisboa existen dos que presentan una zona gourmet donde degustar platos elaborados de los diversos puestos de restauración. El Mercado da Ribeira, un antiguo mercado de alimentos de finales del XIX, fue renovado hace poco, recordando el estilo del famoso Mercado de San Miguel de Madrid. Tiene bastante éxito entre lugareños y turistas. Aquí están representados varios restaurantes de la ciudad, algunos con estrella Michelin, podemos consumir cualquiera de sus platos en las largas mesas corridas dispuestas en el espacio central. Siendo uno de los locales la Vinoteca Garrafeira Nacional, es una lástima que en este caso no se puedan consumir sus vinos en el propio mercado, al menos si no es comprándolos en otro de los puestos a precio de restauración (x2).


Otro mercado equivalente, que posiblemente nos gustó más, más acogedor, es el Mercado de Campo de Ourique, fundado en 1934, en el barrio de Estrela. La parada de conservas típicas de Portugal y la de la Marisqueria Malha fueron las que más nos entraron por los ojos. No lejos de aquí, no desaprovechar una visita a la Basílica da Estrela, de estilo neoclásico. Una buena forma de llegar hasta este barrio es a través del más famoso tranvía, el número 28. Si queremos realizar su recorrido completo, el punto de partida sería desde la Praça de Martim Moniz.

Lisboa tiene mucho para ver, mucho donde pasear, variedad para comer, beber, disfrutar... Seguiremos en una segunda parte.

Vicente






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